ALINE GRIFFITH, LA ESPÍA DE ROJO

Su nombre saltó a la popularidad a raíz de su boda con el conde de Romanones. Nacida en Nueva York, empezó como modelo y estudió periodismo. Cuenta que a la edad de 20 años ingresó en la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos), germen de la CIA.

Tras ser entrenada convenientemente fue destinada a Madrid. En plena Guerra Mundial. Su misión: agente operativa de cifrado. Como tapadera, empleada de una petrolífera yanqui. Comenzó a moverse en plan glamuroso en aquella España gris. Debía espiar a los nazis.

Pasaba información sobre lo que oía en los salones aristocráticos que frecuentaba. Contó con el apoyo del mexicano Edmundo Lassalle, representante de la empresa Walt Disney, que también trabajaba en labores similares para los americanos.

PELIGROSA LABOR

Afirma que mató a un agente enemigo que intentaba asesinarla. También que advirtió a Franco de un complot de los aliados para eliminarle a causa de su inclinación en pro de la Alemania nazi. Asimismo, que desenmascaró la red de espionaje del reichsführer Himmler en nuestro país, que participó en tierras galas en operaciones paralelas al desembarco de Normandía y otras proezas que muchos ponen en duda. Aunque hay quienes creen que su labor no pasó de espiar a la secretaria de un ministro.

Tras la Guerra Mundial prosiguió con su tarea en Francia y Suiza. Regresó para casarse en 1947 con Luis Figueroa, conde de Quintanilla, grande de España y, más tarde, tercer conde de Romanones. Se introdujo en la alta sociedad de modo definitivo, siendo considerada una de las más elegantes y bellas damas de la época. Después pasó a ser una figura internacional, relacionándose con la duquesa de Windsor, la princesa de Mónaco, Jacqueline Kennedy, destacados actores y actrices de Hollywood, magnates de la economía mundial, etc.

Por su experiencia como modelo se convirtió en musa de los modistos más prestigiosos. Era la perfecta anfitriona en las fiestas que organizaba en sus mansiones de Madrid y Nueva York. Todo un referente de la moda, la cultura y las relaciones públicas.

Mientras, prosiguió con su labor de espionaje. Decía que se reunía con peligrosos colegas rusos del KGB. Se retiró en 1986 tras realizar una misión en El Salvador. Su encargo era crear una red de colaboradores que identificara a los agentes comunistas enviados por Alemania Oriental para desestabilizar al Gobierno de dicho país. Tuvo que acercarse a las filas del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional).

Después publicó su encuentro con Hillary Clinton, tras descubrir que ésta pasaba billetes a un comandante de dicho grupo guerrillero. Era la esposa del gobernador de Arkansas y futuro presidente de EE. UU.

«La vigilé durante un buen rato y la vi entregarle un fajo de dólares que tenía en una bolsa de tela al jefe del FMLN. La cantidad de dinero no era una gran suma, pero el guerrillero se entusiasmó cuando ella le prometió darle más dentro de unos meses». Después se acercó a ella y Clinton, pensando que era española, le reveló que viajaba frecuentemente a dicho país para donar apoyo económico a la guerrilla de parte de un grupo de comunistas yanquis.

Una vez retirada de su labor como espía, el director de la CIA en España recurrió a ella para que colaborada como antena. Lo que escuchaba en las fiestas y reuniones de gente importante a las que acudía resultaba valioso para la agencia americana. Fue el último servicio a su país de origen.

PUBLICITA SUS TRABAJOS

Saltó la sorpresa cuando publicó el primero de una trilogía de libros: La espía que vestía de rojo. Hasta entonces teóricamente nadie conocía su actividad secreta. En dicha obra narraba sus experiencias como espía, aderezadas en clave de fantasía, convirtiéndose ella misma en un personaje de novela. Tigre era su nombre como protagonista, aunque en realidad cuando vino a España su alias profesional fue Butch (marimacho). Historias de espionaje con escenarios de nuestro país y el norte de África. Todo ello, según su versión. En cambio, nunca quiso publicar sus memorias: «Moriré con mis secretos».

Obras que tuvieron buena acogida en el mercado yanqui. Por supuesto, dentro del campo de la ficción. «Aunque según ella, en Norteamérica es la mujer más conocida de la inteligencia, han sido muchos los que han dudado de la veracidad de sus historias», dice Laura Manzanera en su libro Mujeres espías.

Siempre ha extrañado que la CIA no saliera al paso o reprobara determinados contenidos. Se duda de la veracidad de gran parte de lo que relata sobre su vida. Para muchos, tan solo fruto de su calenturienta imaginación. Y que le ha salido muy rentable económicamente. Ha quedado para la historia como “la espía de rojo”.

Este es uno de los casos de mujeres significativas por su labor que aparece en mi libro “Perfume peligroso”. En fin, que pese a lo que opinen las feministas radicales y “progresistas”, en dicha obra también se refleja la actividad de muchas que no fueron delincuentes, sino conocidas por otros motivos.

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Juan Rada
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Juan Rada

JUAN RADA es el decano de los periodistas de crónica negra. Participa en programa de TVE, Cuatro (Cuarto Milenio), La Sexta, Telecinco, Telemadrid, 7NN y otros canales.

También en las principales cadenas de radio, especialmente en RNE. Colabora en prensa y ha publicado doce libros, la casi totalidad de crímenes.

Licenciado en Ciencias de la Información, fue director de los diarios ‘El Noticiero’ (Cartagena), ‘El Telegrama’ (Melilla) y otros, y del semanario de sucesos ‘El Caso’.

Forma parte del Comité Asesor de Expertos del Colegio de la Criminología de la Comunidad de Madrid.
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